EN EL NOMBRE DEL PADRE
Una historia real de injusticia
En 1993 llegó a los cines una película que marcaría tanto al público como a la crítica: En el nombre del padre, dirigida por Jim Sheridan y protagonizada por Daniel Day-Lewis. No era solo un drama judicial ni una historia de cárcel, sino una obra profundamente política y humana que retrataba una de las páginas más oscuras de la historia reciente del Reino Unido, el caso de los Guildford Four.
La trama sigue a Gerry Conlon, un joven irlandés de Belfast que en los años setenta vive más pendiente de la música y la fiesta que de la lucha política. Tras viajar a Londres en busca de nuevas experiencias, es acusado junto con tres amigos de participar en un atentado del IRA. A la injusticia inicial se suma el hecho de que también su padre, Giuseppe, un hombre tranquilo y enfermo, es encarcelado por tratar de ayudarle. Lo que se despliega entonces es un relato sobre el peso de la injusticia, la dignidad en medio de la represión y la relación entre un padre y un hijo que se redescubre dentro de los muros de la prisión.
Los hechos detrás de la película
La película se construye sobre una base real, los cuatro de Guildford y sus familias fueron víctimas de uno de los mayores errores judiciales en la historia británica, permaneciendo quince años en prisión hasta que en 1989 una revisión del caso reconoció su inocencia. Sheridan y Day-Lewis no solo narraron los hechos, sino que los hicieron palpables, con una crudeza que aún hoy incomoda al espectador.
La situación que refleja la película En el nombre del padre tiene lugar en los años setenta, en el contexto del conflicto norirlandés, concretamente, se centra en los hechos ocurridos tras el atentado con bomba del IRA en un pub de Guildford (Inglaterra) en 1974, por el que fueron injustamente acusados y condenados Gerry Conlon y otros jóvenes irlandeses (los Guildford Four).

El compromiso interpretativo de Daniel Day-Lewis
El corazón de la cinta es, sin duda, la interpretación de Daniel Day-Lewis. Con su habitual compromiso extremo convivió con ex reclusos, perdió peso y pasó largas jornadas en celdas para captar la claustrofobia de la prisión. Su Gerry Conlon es un personaje contradictorio, inmaduro y rebelde en su juventud, pero capaz de transformarse en un hombre consciente de la injusticia, movido por la memoria y el amor hacia su padre. Frente a él, Pete Postlethwaite ofrece una de sus mejores interpretaciones como Giuseppe Conlon, conmoviendo por su serenidad frente a la adversidad y por la ternura de un padre que, aun en la desgracia, transmite dignidad. La relación entre ambos es el eje emocional que convierte la historia en algo más que una denuncia: es un testimonio de la fuerza de los vínculos familiares.
Impacto crítico y político
La crítica internacional alabó la intensidad de Day-Lewis y la dirección de Sheridan, y la película obtuvo siete nominaciones al Óscar, incluidas las de mejor actor y mejor película. Aunque no consiguió la estatuilla, consolidó a Day-Lewis como uno de los actores más respetados de su generación y reforzó su asociación creativa con Sheridan, con quien ya había trabajado en Mi pie izquierdo. Más allá del cine, En el nombre del padre contribuyó a poner de nuevo en primer plano un debate social y político sobre los excesos del Estado británico durante el conflicto norirlandés. La cinta se convirtió en un altavoz para la memoria de quienes sufrieron encarcelamientos injustos, y todavía hoy es vista como una obra necesaria para comprender cómo el cine puede iluminar las grietas de la justicia.
Rodaje y anécdotas
El rodaje estuvo lleno de intensidad y de anécdotas que reflejan el nivel de entrega de sus intérpretes. Day-Lewis, fiel a su reputación de actor de método, se sometió a condiciones extremas, pasó tiempo encerrado en celdas de verdad, con muy poca comida, y pidió que lo sometieran a interrogatorios con agua helada para captar la violencia policial. Durante las semanas de grabación rara vez abandonaba el estado mental de Gerry Conlon. Pete Postlethwaite, que encarnaba a Giuseppe, llegó a decir que Daniel se dirigía a él como si realmente fuese su padre incluso fuera de cámara, lo que reforzó la autenticidad de la relación que vemos en pantalla. Emma Thompson, por su parte, encarna a la abogada Gareth Peirce, cuya labor en la vida real fue clave para la absolución de los acusados. La abogada original valoró muy positivamente la interpretación y agradeció a la película haber mostrado con claridad las dificultades de enfrentarse a un sistema judicial que parecía blindado ante la verdad.

Reconocimientos y legado
En su recorrido por festivales, el film fue aplaudido en la Berlinale de 1994, donde compartió el Oso de Oro. Las siete nominaciones a los Óscar lo situaron entre las películas más relevantes del año, aunque ese mismo año la Academia se decantó por Philadelphia y La lista de Schindler. A pesar de no llevarse la estatuilla, la fuerza del relato y la actuación de Day-Lewis quedaron grabadas en la memoria colectiva.
Con el tiempo, En el nombre del padre ha pasado a ser una referencia del cine político de los noventa, junto a otros títulos emblemáticos, pero con la particularidad de situarse en el contexto del conflicto irlandés, menos explorado en Hollywood. Hoy sigue siendo un clásico que combina la denuncia histórica con el pulso narrativo de un thriller judicial.
Conclusión
En definitiva, Daniel Day-Lewis no solo encarnó un personaje, dio cuerpo al dolor, la rabia y la esperanza de toda una generación marcada por la violencia política y la represión. En el nombre del padre permanece, tres décadas después, como un recordatorio de que el cine puede ser una herramienta de denuncia, de memoria y también de reconciliación.
Ficha técnica
Título original: In the Name of the Father. Título en español: En el nombre del padre. Año de estreno: 1993. País de producción: Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos. Duración: 133 minutos. Género: drama político y judicial. Dirección: Jim Sheridan. Guion: Jim Sheridan y Terry George, basado en la autobiografía Proved Innocent de Gerry Conlon. Producción: Hell’s Kitchen Films y Universal Pictures. Música: Trevor Jones. Fotografía: Peter Biziou. Montaje: Gerry Hambling. Reparto principal: Daniel Day-Lewis como Gerry Conlon, Pete Postlethwaite como Giuseppe Conlon, Emma Thompson como Gareth Peirce, John Lynch como Paul Hill, Corin Redgrave en escenas judiciales, Beatie Edney como Carole Richardson y Mark Sheppard como Paddy Armstrong.
Premios y nominaciones: siete candidaturas a los Óscar de 1994, incluidas mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actor de reparto, mejor actriz de reparto, mejor guion adaptado y mejor montaje. En 1994 ganó el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín ex aequo y obtuvo nominaciones a los BAFTA en las categorías principales.
El conflicto irlandes
El conflicto norirlandés, conocido como The Troubles, se desarrolló aproximadamente desde finales de los años sesenta hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo en 1998. Durante esas tres décadas, más de 3.500 personas perdieron la vida y decenas de miles resultaron heridas en una escalada de violencia que involucró al IRA y otros grupos republicanos, las organizaciones paramilitares unionistas y las fuerzas de seguridad británicas. En este contexto, la represión estatal incluyó leyes de emergencia, detenciones sin juicio y, como ilustra la película En el nombre del padre, graves errores judiciales.
El caso de los Guildford Four fue uno de los más sonados, pero no fue único. Hubo otros, como los Birmingham Six o los Maguire Seven. Todos ellos contribuyeron a evidenciar que la justicia británica estaba aplicando procedimientos irregulares y a menudo abusivos, que alimentaban aún más la desconfianza de la comunidad católica nacionalista hacia el Estado. Cada error judicial se convirtió en un símbolo de la falta de imparcialidad del sistema y reforzó la narrativa de que Londres trataba a los irlandeses como ciudadanos de segunda.
Con los años, esas denuncias, unidas a la presión de abogados, periodistas y activistas de derechos humanos, abrieron un debate en la opinión pública británica e internacional. Casos como el de Gerry Conlon y su padre fueron decisivos para poner en entredicho la estrategia exclusivamente represiva. En cierta manera, ayudaron a generar el clima que acabaría conduciendo a una negociación política. El reconocimiento público de estos fallos judiciales también fue importante para legitimar la idea de que la solución debía pasar por un acuerdo que reconociese derechos, memoria y reparación.

Hoy, más de dos décadas después del Acuerdo de Viernes Santo, Irlanda del Norte vive en relativa paz. Persisten tensiones políticas, sobre todo tras el Brexit, que ha reavivado las fronteras identitarias y comerciales entre unionistas y republicanos, pero el nivel de violencia ya no es comparable al de los años setenta y ochenta. En este escenario, los errores judiciales del pasado siguen siendo recordados como advertencia: muestran hasta qué punto la vulneración de derechos puede agravar un conflicto en lugar de resolverlo.
En ese sentido, la historia narrada en En el nombre del padre tiene un eco que va más allá del cine. No solo documenta una injusticia, sino que refleja cómo la búsqueda de verdad y justicia fue parte fundamental en el camino hacia la reconciliación. Las excarcelaciones de los inocentes, el reconocimiento de los errores del Estado y la presión social e internacional alimentaron el convencimiento de que el problema norirlandés no podía solucionarse en los tribunales ni en los cuarteles, sino en la política y en la negociación.

‘CON ALMA DE CINE’
RESEÑAS DE CINE | EDUARDO ARTABRIA